Este es el precioso artículo que ha publicado Pedro Luis Lozano Úriz en el Diario de Navarra del 22 de noviembre de 2012, p. 61, titulado "Profeta en su tierra":
"Miguel Echauri es un pintor telúrico. Al igual que Anteo a quien el mismísimo Hércules sólo pudo vencer al levantarlo en el aire, este experto pintor encuentra en la vieja Gea, la fuerza y el impulso para determinar la creación de su extensa obra.
Firmemente ligado a la gran escuela española del diecisiete, en sus óleos es capaz de enseñar, con luminosidad barroca, la belleza estética de la superficie de la tierra, de las piedras o de los muros de adobe y ladrillo. Pero hombre de su tiempo, en sus trabajos encontramos además huellas del informalismo matérico y acentos surrealistas, no tan lejanos en ocasiones a algunos bodegones dalinianos, tan enamorado él también, de las rocas y el paisaje desolado.
Miguel Echauri se presenta, una vez más, ante el público pamplonés para mostrar la hondura de su quehacer estético, su maestría técnica y su trabajo constante y honrado a lo largo de más de cincuenta años. La exposición que se encuentra en la galería de la Fundación que lleva su nombre tiene el mérito añadido de recopilar obras de colecciones particulares por lo que es, también, una muestra de las buenas relaciones entre el artista y su público. Un claro ejemplo de que frente a los tópicos Miguel sí ha logrado ser profeta en su tierra
La muestra está equilibrada, recoge una cuidada selección de piezas pertenecientes a distintas épocas y periodos de su trabajo por lo que tiene algo de pequeña pero escogida revisión antológica. Con gran acierto, la disposición de los cuadros no siempre sigue un criterio cronológico sino que, por el contrario, estos se van distribuyendo en la sala según lo exigen sus propias necesidades expositivas. Ello, además de permitirnos disfrutar mejor de cada obra en particular y de todas en su conjunto, nos ofrece también la posibilidad de establecer comparaciones y diálogos descontextualizados de gran interés visual.
Gracias a ello iremos comprobando cómo, al margen de cambios temporales o de etapas estéticas, en el trabajo de Miguel Echauri e independientemente del peso que pueda tener o no el dibujo, hay una palpable y continuada inquietud onírica, un deseo de profundidad que va más allá del mero motivo representado. La potencia de sus luces y la trabajosa elaboración de sus texturas llevan sus obras a un terreno que está por encima de lo real, que nos aleja de su existencia primera, transmitiéndonos una sensación, en cierto modo, trascendente.
Ver esta exposición exige, por lo tanto, sosiego. Los cuadros piden un tiempo para ser mirados dado que su disfrute va creciendo de manera paulatina. No en vano, en ellos, más allá de su representatividad, se contiene una suerte de secreto pictórico que solo se nos revela lentamente, a través de la contemplación silenciosa, callada y admirada de su obra."
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