Esta es la magnífica crítica que ha publicado Pedro Luis Lozano Úriz en el Diario de Navarra de hoy, 16 de marzo de 2015, en la página 71:
ARTE
Pedro Luis
Lozano Úriz
El
malabarista.
Juan Béjar
Sala: Fermín Echauri
2
Horario: Hasta el 28 de
marzo. De lunes a viernes, de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00 horas.
Juan
Béjar vuelve a Pamplona. Y deberíamos añadir “una vez más” porque lleva volviendo
a nuestra ciudad desde hace más de treinta años. ¡Menudo mérito y qué lujo para
nuestra pequeña capital!
La
razón de esta constancia radica, en primer lugar, en la generosidad del autor,
hoy en día muy reconocido y muy solicitado internacionalmente. Junto a ello
citaré también el buen hacer de su galerista pamplonés Fermín Echauri que sabe
no solo elegir buenos artistas sino también consolidar sus relaciones más allá
de lo meramente profesional.
Ahora
bien, hay un tercer factor que sustenta esta relación y es el favor del público
pamplonés ante la obra de Béjar. Un favor a destacar porque Juan es un artista
singular, su trabajo no deja indiferente y logra provocar en el espectador un
amplio conjunto de sentimientos enfrentados: dulzura, repelús, cariño,
inquietud, placer, gozo, miedo, ternura, asombro, misterio...
Béjar
es un pintor exquisito. Su técnica es depurada y refinada hasta el extremo.
Destaca en él, la calidad de las texturas, especialmente los brillos de las
sedas, la finura de los detalles en los rostros, el gusto al componer, con
sencillez pero con rotundidad, y por encima de todo, el dominio extraordinario
del color. Un color medido, controlado, dominado en todo momento y con el que
marca intensa y definitivamente el espíritu y el alma de sus obras.
Dibujo y
color, de nuevo, una vez más, las armas necesarias de un buen pintor.
Las obras de
Juan Béjar se mueven entre la ironía divertida y el dolor trágico. El autor es
un malabarista de los sentimientos. Más allá de sus valores técnicos y
pictóricos su trabajo nos impresiona por saber conjugar, en armonía, elementos
y emociones tan dispares.
Esa misma
virtud del equilibrio se transmite también en la capacidad que tiene su obra de
ser moderna y clásica al mismo tiempo. Sus figuras nos remiten a los bufones
velazqueños y a los infantes goyescos, sus colores a los primitivos flamencos y
su dibujo al inicio del renacimiento italiano. Pero sus obras son de una
modernidad absoluta e incontestable.
Podría
extender estas líneas mucho más, hablando de lo encantadora que resulta tal o
cual figura, de la gracia insuperable de sus animales (merecen ellos solos una
exposición) o de los infinitos detalles que podemos encontrar sobre sus obras.
Pero no hace falta. Béjar habla por sí mismo. Sinceramente yo solo puedo
decirles: ¡vayan a verle!
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