martes, 7 de enero de 2014

"Piedras", de Pedro Luis Lozano Úriz

Este es el magnífico artículo sobre la exposición "La Pintura de Miguel Echauri IV" de nuestro amigo el crítico e historiador del Arte Pedro Luis Lozano Úriz, publicado en el Diario de Navarra el 2 de enero de 2013:
ARTE Pedro Luis Lozano Úriz

"Piedras

Miguel Echauri IV
Sala: Fermín Echauri 2.
Horario: Hasta el 17 de enero. De lunes a viernes de 11:00 a 14:00 y 18:00 a 20:00 horas.

La Fundación Miguel Echauri continúa con la valiosa labor de difusión de su fundador y así nos presenta una nueva muestra con la que disfrutar de una buena exhibición de pintura gracias también, a la generosidad de los prestatarios que han cedido unas piezas difícilmente contemplables.

El motivo que estructura la exposición es un elemento muy característico de la obra de Miguel: las piedras. Ellas se han convertido en un signo de identidad personal, un elemento que más que bodegones y paisajes casi podemos decir que le han acabado sirviendo para hacer verdaderos retratos. De hecho, con gran acierto, en la sala podemos ver también algunas de las piedras que el autor ha ido coleccionando y que se comportan como modelos ante sus propias representaciones pictóricas.

Las piedras no son un motivo muy habitual en el arte, excepto, tal vez, en la temática simbólica de la ruina. Aún así son un elemento fundamental en la naturaleza y también en la historia. Piedras famosas como la Kaaba, la Tarpeia o la piedra negra de Pessinonte son claves en distintas civilizaciones, sin olvidarnos del legado megalítico de la prehistoria u otras piedras universales como el cercano Pilar de Zaragoza, Pedro, piedra de la Iglesia o la siempre fabulosa piedra filosofal.

No obstante no parece que haya un motivo oculto en el interés de Miguel Echauri. Más allá, en todo caso, de las calidades y detalles físicos que le aportan o un cierto sentido de inmutabilidad que dota a sus obras de un sentimiento más eterno, alejado en gran medida de la descomposición propia de lo orgánico.

Las obras de la exposición dan fe de ello, y tanto sus paisajes, (realmente singulares los situados en la entreplanta) como sus bodegones (sobrecogedor el titulado Sobre el Gris) ponen de manifiesto el poderío estético y monumental de sus modelos pétreos.

Al parecer el encuentro entre Miguel y la piedra se concretó en los años ochenta y en gran medida este recurso geológico fue un medio para evitar el informalismo creciente de sus paisajes. Sus modelos, además de tener la ventaja de no moverse, le dotaron de un enorme medio de expresión y le permitieron ejercer una apuesta firme por el realismo. Ahora bien, solo debemos reducir el foco de nuestra mirada para observar cómo las superficies de sus piedras rozan de nuevo la abstracción ya que, a pesar de la primera impresión que puedan dar estas obras, acaban moviéndose en un terreno fronterizo.

En cierto modo ese terreno de frontera es algo propio de toda la obra de Miguel, su realismo se mueve entre el verismo y un ideal inventado a veces surrealista, a veces casi abstracto. Así su obra gana en incertidumbre y desequilibrio y le confiere un mayor interés al escaparse de lo que parece inicialmente, evitando en gran medida una definición demasiado precisa. El autor juega, por el contrario, con un fondo visual y conceptual mucho más evocador gracias al cual consigue atrapar, inevitablemente, nuestra mirada y atención."



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